Salió desabrigada. No se acordaba que aunque el cielo estuviese azul, sin una nube, igual podía hacer frío.
Vestida como una teenager, caminó hasta la estación con su música que la mantenía en una burbuja, un mundo aparte, distante. Había más gente de la que pensaba, era el Día de la Independencia. Había una larga procesión de padres y niños en la calle principal. Llevaban una bandera de ceremonias. Los colores le recordaban que estaba en casa.
Pero el ritmo.
En el tren no se sintió cómoda. Iba parada pero no era eso, era algo más de raíz. No se sentía parte de ese grupo de gente. Sentía que no combinaba, ni ella, ni su ropa, ni su ritmo.
Otra vez el ritmo, como si todo fuera una comedia musical.
No se sentía parte de esa ciudad, ya no. O acaso aún no habría vuelto a la ciudad?
A partir del lunes las cosas podrían cambiar, cinco, seis, siete, va...
Pero se adaptaría.
Desde el principio hasta el próximo avión.
