Diagnóstico: apocalipsis




El descubrimiento llegó hace un tiempo y me abrió los ojos, ahora con los ojos abiertos veo que al final estoy estancada.
Ahora es diferente porque es una cadena enorme y en la punta tiene un ancla.
No me pienso resistir. No pienso ir en contra de toda esta marea.
Ya no pondré paños fríos a la fiebre, dejaré que suba todo lo necesario para matar al bicho.
Hoy dejaré que me mate la fiebre o que me coma el bicho.
Que me lleven a donde corresponda y que me traigan de vuelta.
Surfearé en la cresta de la ola de mi océano existencial y llegaré a la costa haciendo la plancha tranquilamente.
Al fin y al cabo todo es material para ahogarse y vomitar palabras.
Pero tranquilos!
Ya guardé todos los cuchillos y corté el gas. Psicofármacos no traje!












Fiebre


Nado en nubes de éter violetas, rosadas.
Hago la plancha en aguas turbulentas y soy succionada hacia el fondo por remolinos azules.
Surfeo en un sopor profundo sin entender.
Trato de salir del delirio visualizando una costa verde, pero soy transportada entre escenarios alucinógenos.
Las volutas de vapor me elevan y me alejan de todo nuevamente.
Estoy flotando alto, muy alto, pero en un instante el aire deja de existir y caigo fulminada como un pájaro al que le acaban de disparar.
No estoy, no soy, no existo.
Mi conciencia ha sido alterada desde lo más profundo de mis células. 

_ Leer y escribir _

Los que realmente amamos los libros solemos escribirlos.
Herejes ustedes que leen pasivamente y dejan pasar las palabras sin mancharse, sin dejar rastros.
Herejes ustedes que dicen amar sin dar nada a cambio.
Nosotros nos exponemos y nos dejamos desgarrar.
Nosotros amamos dandolo todo y sin perdir más de lo que tienen para darnos.

Capitulo 56 y medio o un pensamiento de Talita



Yo ya sabía que acabarías no tirándote por aquella ventana Oliveira. Un poco te conozco, sí, no me mires con esos ojos de soberbia y como haciéndote el sorprendido. Sé que pensás que soy una muchacha argentina promedio poco culta e ingenua pero sabés qué, así como me ves también tengo cierto tipo de inteligencia  o sensibilidad o un sexto sentido si querés llamarlo, para leer entre líneas sentimientos y acciones.
Yo sabía bien que era todo teatro y a la vez, por qué no, un poco de locura. Es que desde que vivimos en este loquero  todos, incluso  Manú que vos sabés que es el más cuerdo de los tres, estamos mimetizándonos con los verdaderos locos. No me extrañaría que nosotros también terminemos acariciando a una paloma muerta.
Pará, dejáme terminar Horacio, que estoy enredada en el ritmo de un pensamiento que te quiero decir.
Yo sabía que en realidad estabas jugando con todos nosotros e incluso con vos mismo. Que en tu mente extraña las cosas se suceden, se entretejen entre la realidad y la imaginación hasta que terminás enredado en una gran madeja que vos mismo creaste y ya no sos capaz de entender  qué es realidad y qué es fantasía.
Siempre supe, desde que te vi en el puerto aquel día por primera vez, que te habías fijado en mí  pero no como una mujer, no como una posible amante sino desde otro lugar, un lugar secreto de tu mente, como desde atrás de vos mismo, como a quien se le viene una imagen a la cabeza que no sabe si es un recuerdo, si alguna vez la vio, si forma parte de un sueño olvidado al despertar, si es alguien que uno conoció en una vida pasada. Siempre sospeché que yo te hacía acordar a esa chica Lucía, La Maga como a vos te gusta llamarla. Vaya apodo, qué clase de magia hacía a ver decime. Pero pará, no te creas que digo así porque hablo por celos o porque no quiero ser el zombie de nadie, digo, a mi me parece que en realidad vos con tu cabeza de fantasía y tu corazón  extrañamente romántico, porque eso está claro, basta conocerte un poco para una darse cuenta que sos de esos románticos solapados, como escondidos de las luces por miedo a quedar como un tonto frente a tus amigos y lo que es peor frente a las mujeres. Claro, no vaya a ser cosa que te enamores. Ey, pará no te asustes es solo una forma de decir, ya sé que el enamoramiento no es para vos, vos siempre decís que es cosas de adolescentes. Pero a mí me parece que esa Lucía en realidad no era más que lo que era. Una chica uruguaya, madre soltera, de cortas entendederas como vos siempre decís, ingenua,  y que todo ese polvo mágico que la rodeaba en realidad tenía que ver con su éxtasis y su libertad recién ganada que se abría paso lejos de
todo y todos, lejos de su paisito y para colmo en París, ciudad romántica si las hay, eso dicen todos y hasta en las películas te lo muestran, todo eso combinado también con tu inentendible exilio y tu eterna adolescencia jamás aceptada y más que nunca a flor de piel y además seguro que era una chica muy linda.
Yo sabía que no te ibas a tirar por la ventana, que lo que estabas haciendo era llamar un poco la atención como un chico y vos sabías bien que Manú lograría entrar a la habitación tarde o temprano y vos te morías por ver su reacción cuando pisara todas esas palanganas y qué se yo cuantas tonteras que tiraste por el piso, y que cuando llegara a vos todo mojado y un poco golpeado no iba sino a decirte que se fumen un cigarrillo y que bajaras a tomar una ginebra con él y conmigo al patio. Yo lo sabía bien y estaba ahí abajo mirándote cuando me tenté a patear la piedrita y echarme a saltar por la rayuela que el 8 dibujó ayer. Un poco lo hice para que ver si vos también te tentabas y bajabas de ahí de una buena vez a jugar conmigo pero claro vos estabas tan bien ahí arriba con tus cigarros y tus trampitas puestas con agua, piolines y rulemanes, regodeándote en tu batalla ganada de antemano, riéndote de nosotros, de todos y de vos.  En un momento estando ahí abajo parada me preocupé, vi que te asomabas tanto que pensé que ibas a caerte y te odié Horacio, te odié por caprichoso y egoísta y por no venir a jugar conmigo. Pero yo sabía que no ibas a tirarte porque no es tu forma de ser entregarte así como así, tu propia soberbia no te lo permitiría y además nunca fuiste lo suficientemente valiente como para jugarte la vida, siempre coqueteaste con la muerte como parte del juego de tu vida pero nunca jamás fuiste capaz de apuntar la piedra y patearla lo suficientemente fuerte como para llegar al cielo.
Es curioso sabés, ahora que lo pienso, si te hubieses tirado de ahí arriba, si te hubieses soltado lentamente del marco de la ventana hubieses caído justo encima de la rayuela y, aunque más no sea con la cabeza destrozada, hubieses llegado a tocar el cielo.
Talita despabiló  de repente, salió de sus pensamientos como de dentro del agua, asfixiada y confundida pero con el placer de haberle dicho a Horacio todo eso que tenía atragantado desde ayer, al menos en su mente se lo dijo y, en cuanto pudiese, tomaría coraje para decírselo en persona, claro que Horacio la interrumpiría antes de que pudiese terminar las primeras dos palabras y le propondría ir por el diccionario y jugar un rato al juego del cementerio hasta que llegue Manú y salieran a tomar un cerveza.
Mientras tanto prendió el fuego para prepararle el café con leche de cada tarde a Manú. Se giró y le dijo con voz reflexiva: por qué no vas a tocarle la puerta a Horacio, decíle que venga a tomar la merienda con nosotros, luego saldremos por una cerveza, el pobre debe estar aturdido todavía con todo lo de ayer, imaginate que dice que se va a volver a lo de Gekrepten, date cuenta un poco.

_ Una Tarde Cualquiera _

— De modo que todo se te vuelve en contra. La paranoia se te da vuelta, te enfrenta y te da un cachetazo. Quedas atrapada. La paranoia es bipolar.
Y ahora estás por fuera de tu propia novela y te ves esconderte y a la vez te escondes, y ya no tienes más lugar dónde esconderte. Inventas una ficción y no puedes escribirla, mucho menos vivirla. Tu sola, solita mi alma, te has atado desnuda de pies y manos. Y te ves del otro lado pero te haces la tonta de este lado y del otro también. No puedes (re) accionar porque tus propias estrategias te encerraron. ¡Ay mi niña querida! Ojala fueses más liviana y colorida, más río, más burbuja.
Mientras sigas inventando novelas y no te animes a vivirlas, seguirás con las manos atadas duplicando paranoias sin poder escribirlas —sentenció luego de mirarle largamente la palma de la mano. Tomó los cinco euros y le cerró la mano dejándole una ramita de olivo.
— ¡Espabila niña! —dijo y se retiró al acecho de otros turistas.

_ Geografía _

_ Monte _ Isla Sin Agua _
Ese lugar para esconderte. El primero que pensas para huir.
Las dos caras de una misma moneda.
Monte ------> Mente.
Isla Sin Agua ------> Mente.
Mente Inundada ------> Isla.
Mente Sin Agua -------> Monte?
Tu laberinto de espejos que atrasan.

_ Pero _

Eso que querés leer, nunca lo escribo.
Y lo que querés escuchar, nunca lo cuento.
Soy una leona asechando a su presa.
No dejo huellas,
y voy directo a tu yugular.