_ Una Tarde Cualquiera _

— De modo que todo se te vuelve en contra. La paranoia se te da vuelta, te enfrenta y te da un cachetazo. Quedas atrapada. La paranoia es bipolar.
Y ahora estás por fuera de tu propia novela y te ves esconderte y a la vez te escondes, y ya no tienes más lugar dónde esconderte. Inventas una ficción y no puedes escribirla, mucho menos vivirla. Tu sola, solita mi alma, te has atado desnuda de pies y manos. Y te ves del otro lado pero te haces la tonta de este lado y del otro también. No puedes (re) accionar porque tus propias estrategias te encerraron. ¡Ay mi niña querida! Ojala fueses más liviana y colorida, más río, más burbuja.
Mientras sigas inventando novelas y no te animes a vivirlas, seguirás con las manos atadas duplicando paranoias sin poder escribirlas —sentenció luego de mirarle largamente la palma de la mano. Tomó los cinco euros y le cerró la mano dejándole una ramita de olivo.
— ¡Espabila niña! —dijo y se retiró al acecho de otros turistas.

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